sábado, 9 de diciembre de 2023

UN POEMA LLAMADO EFRAÍN RÍOS

 

    Por, Héctor Manolo Gonza Rivera.




Traigo algunas ideas para compartir. Sobre la sabiduría, la esperanza, la humanidad y el amor.  Vengo a conversar con ustedes de un poema. Es un poema que tiene la experiencia de varios días y la gnosis de varios textos. No es un poema cualquiera. Es un poema que tiene en cada verso una piedra azul que va cimentando la casa ideal. Es el poema lúcumo hierático que recuerda el amor de la madre. Poema amigo, poema hermano, poema padre, poema hijo, poema maestro, poema estudiante.

El maestro Efraín Ríos nos regala, nuevamente el prodigio de su pluma en un agradable texto de poesía. Bautiza su reciente obra con el meditativo título de Nubarrones y lo subtitula, antagónicamente, como “poesía de esperanza”. Aprovechando para agradecer la oportunidad de poder comentar su renta literaria, debo manifestar el profundo placer que me ha provocado la lectura de cuarenta y dos poemas, organizados en tres secciones: los primeros dedicados a la reflexión humana y metafísica; luego estan aquellos que retratan el amor otoñal del poeta y cierran un conjunto de reflexiones en prosa, que no dejan de ser lira en cuanto a sonoridad, musicalidad y propósito trascendental.  Permítanme, entonces, animarme al comentario, siempre respetuoso y de admiración por el excelente trabajo del poeta que se vuelve, así mismo, un poema perpetuo.

El poeta, en esta oportunidad presenta como centro del lenguaje una contradicción; entendida, en su potencial dialéctico; de un tema que es tan antiguo como el hombre mismo y tan contemporáneo como los problemas a la que nos enfrentamos. Muestra la dicotomía del ser y el no ser, de lo bueno y lo malo; el amor y el odio, expresados en palabras del filósofo Empédocles; o el Eros y el Thànatos de Freud.  El amor y la muerte. Por eso es que desde el título se muestren dos realidades fenomenológicas contrapuestas pero complementarias: el nubarrón, que expresa aquel sentimiento de agonía, de nostalgia y de posible tragedia. De sufrimiento y límite entre la vida y la muerte. Por el contrario, el subtítulo nos evoca el eros, la vida en su potencial creativo, el mirar hacia adelante, LA ESPERANZA. Esta contradicción no es descuido semántico, es en verdad la adecuada síntesis de la obra. 

El autor, inicia presentando su poesía asumiéndose, a sí mismo, como un gran poema, catando como antiguo juglar que “la vida, como nos viene es un dulce suspiro y el vivir como un dulce suspirar”. En esta vida el hombre vive, transita, se enamora, desea, sufre, se va y vuelve, y nuevamente, se va.  Es el trashumar permanente del que vive. Válgame recordar, en esta parte del discurso, el tesoro de las cuatro verdades del budismo: i) aquello de que toda existencia es sufrimiento; ii) que el sufrimiento es el resultado del deseo o anhelo; iii) pero luego el fin del deseo es el fin del sufrimiento y iv) en consecuencia, la supresión del deseo se consigue mediante el sendero de la meditación y la reflexión. Queriendo o no queriendo, Nubarrones nos presenta esa misma reflexión. Un poeta que reconoce la naturaleza del sufrimiento como compañero de la existencia, que va como rio bravío (en una mirada al espejo) y reclama con toda conciencia que los muertos que trascienden, en verdad nunca mueren; son estos a los que su voz hay que temer. Yo agregaría a los que hay saber escuchar). E invita a la tranquilidad de la sabiduría.

Efraín Ríos, ha logrado conseguir una serenidad propia del hombre que ha estado en los limites de la vida, su experiencia como sobreviviente de la pandemia por la COVID-19, aparece vibrante a lo largo de la obra, esta condición de sobreviviente, de vencedor, le ha dejado suficiente autoridad para interpretar la vida desde una perspectiva del que esta listo para irse y al mismo tiempo listo para quedarse.  El día de mi viaje dice: “A solas como vine, /de una vida que es la única que me dieron, /la única que tengo para vivirla como puedo, /será el único y especial viaje para mí; versa el poeta Ríos  y valida lo dicho por Antonio Machado cuando señala que la poesía «es como la palabra esencial: inquietud, angustia, temor, resignación, esperanza, impaciencia contada con signos del tiempo y revelaciones del ser en la conciencia humana»; y que momento no fue más conspicuo para la creación de poesía como expresión del alma, que cuando la muerte en su máxima expresión durante el colapso de los sistemas sanitarios, el límite de la humanidad y el dolor diario por la pérdida de seres queridos. El poeta convierte la tragedia en himnos, metaforiza la muerte en la imagen de un viejo campanero al que se le exige notas festivas porque el talan-talán de sus campanas, sólo anuncian muerte en los nubarrones del corazón.

La otra faceta del poeta está en el eros otoñal. Se asusta él mismo, que el amor, cual intruso, llega de súbito para desquiciar los sentimientos. Llegan las marías que luego no queremos que se vayan. Son las marías que ya no son madres, son sobre todo mujeres, hembras, cadenciosas figuras que nos atrapan y nos abrogan. Pero el poeta tiene recursos para liberarse, “y si por un caso piensas retirarte, (reclama el poeta) / no olvides cerrar la puerta de la calle”. Cierra la puerta de la calle si te vas. Es dar la libertad para que se vayan, pero es al mismo tiempo, la construcción de una muralla para que no regresen. De esta forma el poeta sortea el amor con sabiduría y decisión.

Mas adelante en su mismo papel de enamorado, en el cántico al eros mencionado líneas arriba, el autor de nubarrones, se queja, “solamente fue un beso, un beso nada más… fue fugaz como el viento de otoño… fue un beso nada más. Nostalgia que el vate redime, pues en un acto de arrebato y justicia, en otro poema, se ufana de que “robó un beso, luego fueron diez, quizá cien, quizá mil”. El poeta (¿qué puedo decir?), es un humano y es de humanos caer en las redes del amor. Efraín Ríos es un poeta humano. Es un poema humano y como tal no está exento de sufrir por amor y de amar sufriendo.

Solo por el afán caprichoso de confrontar poetas, veo dos esencias tratando de encontrarse. Uno es juicioso y sereno con las cosas de la vida. Pero el otro es un romántico como Bécquer que cantaba aquello del “Cendal flotante de leve bruma, rizada cinta de blanca espuma”. En este caso, es un poeta que ya no es reflexivo; al contrario, es atrevido, osado, dispuesto a amar. Ya no está preocupado por los nubarrones sino por la luminosidad amorosa.

Pero (me corrijo), no son dos poetas. Es un solo poeta, no tenemos por que separarlos, es el mismo que en su dimensión filosófica se cuestiona y cuestiona, pero a la vez ama en su dimensión erótica. Es el mismo poeta que es eros y que es Thánatos al mismo tiempo, y por eso su libro tiene ese mismo sentimiento. El poema llamado Efraín Ríos es la construcción verso a verso de reflexiones, sentimientos, sensaciones y pasiones.

Muchas gracias profesor Efraín por haber compartido con todos nosotros este nuevo trabajo y al público en general siempre el llamado terco de seguir cultivando la lectura y poco a poco incorporar también la cultura de la compra de libros. Demás esta decir, que recomiendo la lectura de este bello regalo de letras versos y vivencias.

 

Nota adicional.

Estas líneas las escribí a propósito de la invitación que me hicieran para presentar el libro Nubarrones del escritor serrano Efraín Ríos Castillo, pero fue además un evento dedicado a la cultura y la promoción de la lectura. Pude conocer en esta oportunidad al escritor piurano Luis Paul Cardoza Nizama, del cual en tiempo muy breve pude apreciar su calidad y calidez, propias del hombre trascendental. Así mismo, escuche los comentarios optimistas de la Lic. Ivany Cedano Niño, y su llamado a fomentar el turismo como una actividad sostenible para el desarrollo de la provincia de Ayavaca; finalmente, compartí con gran placer la presentación de los espacios para la lectura que ha implementado la casa de estudios superiores Manuel Vegas Castillo, y que va  acorde con la ampliación de su biblioteca institucional ya que se presentaron dos textos muy importantes:  el libro “Leyendas urbanas de Ayavaca” y la revista “Killari: revista turística y literaria de Ayavaca”, trabajos en los cuales se reconoce el impulso del docente y escritor Wilder Jaramillo Hualpa.  Con todo esto no me queda más que avizorar un futuro magnífico para las letras ayavaquinas.

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UN POEMA LLAMADO EFRAÍN RÍOS

      Por, Héctor Manolo Gonza Rivera. Traigo algunas ideas para compartir. Sobre la sabiduría, la esperanza, la humanidad y el amor.   ...