“Con todo el aprecio del Cosmos”. Este es el regalo que me hace el poeta Salvador Encalada en una afectuosa dedicatoria de su poemario Tristefónikas. Con la dedicatoria vienen los mundos construidos por el Bardo, en el que se reflejan sus constantes avatares desde la nostalgia y el regocijo. Salvatore Amauta (seudónimo de Salvador) nos muestra la gracia de un poeta genuino, aquel en el que la pluma, el pensamiento y su vida misma son de poesía. Quijote que cabalgando en su Rocinante de palabras va en el mundo luchando contra los Gigantes de incomprensión que tratan de hacer sentir al hombre de letras que dedicarse a ello es pérdida de tiempo. Quijotesco, trashuma Salvador y con un esfuerzo del mismo astro sol, nos deja los versos de su último libro.
Emilia Ferreiro, señala acertadamente, que la comprensión textual
no es un proceso que recurra de la misma manera en todas las subjetividades,
sino que cada uno le asignan los significados según sus experiencias, saberes y
expectativas. Esa es la razón por la que no perderé tiempo intentando entender
el mensaje que salvador ha querido transmitir en sus versos y aprovecharé más
bien para comentar los efectos que en mi subjetividad ha producido tan bello
trabajo. Llega a mí imaginario aquel delgado caballero caminando entre las
serranías del distrito de Lagunas, aquí en la provincia de Ayabaca, trasladándose
en una camioneta, si hay suerte adelante, si no hay suerte arriba, compartiendo
el polvo y el viento con otros aventurados maestros o gente común que se
traslada hasta la ciudad de Sullana. Quizá con una obligatoria parada en Paimas
o más adelante. En esa travesía Salvador va observando el paisaje, agrestes
montañas que se muestran indomables, las curvas suicidas y tanáticas que
invitan al desquicio, los árboles en su conversación diaria con los pájaros y
con sus sombras atemorizantes en las noches, las luciérnagas de la oscura
noche, los ruidos de la montaña que se fonetizan en la boca de los felinos, las
huacas milenarias y cosmogónicas que infunden miedo y esperanza al mismo
tiempo.
Surgen, como del arroyo surge el agua que luego se vuelve océano, los
versos tristes de abstemias madrugadas y amaneceres inciertos que acobijan al descendiente
de siglos menores. El poeta amarra y entreteje imágenes y realidades en un
único universo en el que es posible que el maestro, el padre, el heredero
milenario, el hijo del jaguar, presente su cantico amoroso reclamando que le
esperen en satélites desorbitados. Como señala Paloma Fernández Gomá “Siempre
buscando llamar la atención de aquello que nos rodea desde una perspectiva de
melancolía, nostalgia e incluso tristeza, dando esa llamada recurrente del
poeta avisándonos de lo que nos acecha”
Tristefonikas, es un himno doloroso, pero no de un dolor machacón del cuerpo,
sino de una queja del alma que busca la forma de reclamar lo incierto:
Espérame
Evocación
sin hora fija en paginas rebeldes
Llenándome
de versos sin descanso
Sin
lluvias de henchidas gotas
Platicando
conmigo hasta la medianoche.
…
Salvador es un poeta joven, y es un soñador transitado, conoce de
la importancia del verso para buscar su trascendencia. Pero su búsqueda no es frívola, es realista, consciente
que el camino del vate, es el camino del quijote que señalábamos líneas arriba,
por eso sentencia en este verso:
me inserto a batallar
con versos que crio
y de esa forma a la tristeza evito.
Ayabaca, 30 de agosto de 2023.
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